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Robos de autos en alza: la prevención ya no es una opción, es una obligación

Por Gustavo Page, gerente general de Autocoach.cl

Los últimos resultados de la Encuesta Nacional Urbana de Seguridad Ciudadana (Enusc) corroboran algo que muchos ya venimos experimentando en la calle: la inseguridad ha pasado de ser una percepción a convertirse en una realidad tangible, diaria y cada vez más complicada.

En este contexto, el robo de automóviles —principalmente por medio de violencia— se ha transformado en un fenómeno preocupante que no solo impacta en el patrimonio de las personas, sino que también amenaza su integridad física.

En los últimos meses, los crímenes vinculados a los portonazos, la utilización de inhibidores de señal, la clonación de patentes y la comercialización ilegal de vehículos robados han crecido significativamente. Lo alarmante es que estos no son sucesos independientes, sino que forman parte de una operación cada vez más avanzada que implica bandas estructuradas con un elevado grado de habilidad técnica y logística.

Este año, los vehículos más robados no son precisamente un enigma: las cifras hablan por sí mismas. Modelos como Toyota Hilux, Mitsubishi L200, Toyota RAV4, Nissan Kicks y Chery Tiggo lideran las clasificaciones. En términos generales, nos referimos a las camionetas y SUV que, debido a su robustez, valor comercial y demanda tanto en el interior como en el exterior del país, se convierten en el objetivo ideal para los criminales. Estos automóviles no solo son hurtados para su reventa, a menudo con documentos falsificados, sino también para ser desarmaros y vendidos por partes o empleados directamente en la perpetración de otros crímenes

En este contexto, la prevención dejó de ser una recomendación adecuada para transformarse en una necesidad urgente. Hoy en día, poseer un vehículo sin medidas de seguridad es una invitación clara a transformarse en víctima. Y cuando menciono protección, no solo quiero mencionar la instalación de una alarma o el cierre de las puertas del automóvil. La situación actual nos demanda adoptar una cultura de seguridad más proactiva.

Cerrar visualmente el auto y no solo con el botón del control remoto ya no es un gesto paranoico, sino una práctica necesaria, considerando que los inhibidores de señal están siendo usados con más frecuencia para dejar autos sin seguro de cierre centralizado.

Además, se requiere la instalación de GPS, obstáculos físicos para el volante o el freno manual, corta corrientes e inhibidores de partida con delay entre otros que se pueden encontrar en el mercado por valores que bordean los $120.000. También, prevenir el estacionamiento del vehículo en áreas sombrías o aisladas, especialmente durante la noche.

Uno de los progresos más significativos en este campo ha sido la reciente normativa que exige a todos los dueños de vehículos registrar la patente en los vidrios y espejos laterales. Esta medida, que en su momento algunos percibieron como ineficaz, ha probado ser un instrumento específico en la batalla contra el hurto. El grabado dificulta la venta ilegal de repuestos y simplifica la detección del vehículo en caso de que se le sustraiga. Además, proporciona un beneficio procesal cuando el vehículo es recuperado por las autoridades, dado que facilita la vinculación del bien hurtado con su propietario y progresar en procedimientos legales.

No obstante, el reto no se limita a salvaguardar nuestros vehículos. Uno de los vínculos más frágiles en esta cadena delictiva se encuentra en el sector del automóvil usado. Hoy en día, es esencial que aquellos que quieran comprar un auto de segunda mano lo hagan de forma responsable y con todas las precauciones requeridas.

Solicitar un informe jurídico, confirmar que el número de chasis se alinee con los documentos, garantizar que no haya multas incumplidas ni denuncias de hurto, y solicitar la transferencia actualizada son acciones básicas. Un automóvil con un costo sorprendente reducido en las redes sociales puede ocultar un pasado criminal. Y en estas situaciones, la falta de conocimiento no libera de responsabilidad: numerosas personas acaban lidiando con repercusiones legales por haber adquirido, sin tener conciencia de ello, un vehículo hurtado.

Como comunidad, tenemos que abandonar el concepto de que la seguridad es responsabilidad única de las autoridades correspondientes. Todos nosotros desempeñamos un papel. Desde las acciones que realizamos como consumidores, hasta las elecciones que tomamos al adquirir o vender un automóvil, nuestras acciones pueden generar un impacto significativo. Y no solo me refiero a prevenir pérdidas materiales: en los crímenes violentos, como los portonazos, lo que está en peligro es la vida y la protección de las personas.

Hoy, más que nunca, proteger un automóvil es salvaguardarnos a nosotros mismos. La tecnología está accesible, las regulaciones están presentes y el saber está a un solo clic de distancia. Lo que se requiere es adoptar una cultura de responsabilidad compartida, en la que cada chofer y cada ciudadano comprenda que la prevención no representa un desembolso, sino una inversión. Una inversión que, en numerosas situaciones, puede rescatarnos de una experiencia sumamente adversa —o incluso algo más grave.