La forma en que los chilenos toman decisiones de compra está cambiando de manera estructural. Hoy, los datos muestran que las recomendaciones de influencers y creadores de contenido generan mayor confianza, interacción y recordación que la publicidad tradicional, marcando un punto de inflexión en las estrategias de marketing.
Estudios de la industria indican que más del 90 % de los consumidores confía más en recomendaciones de personas que considera cercanas, como influencers, que en anuncios tradicionales. A esto se suma que las campañas con creadores de contenido pueden generar hasta tres veces más interacción que la publicidad digital convencional, especialmente en plataformas sociales.
“La diferencia hoy está en la credibilidad. Las audiencias ya no responden a mensajes genéricos ni a discursos publicitarios invasivos. Confían en experiencias reales y en voces que sienten auténticas”, señala Andrea Vidal, directora de Frisbi by Moov Media Group.
Este cambio se observa con fuerza en plataformas como Instagram, TikTok y YouTube, donde el consumo de reseñas, comparativas y demostraciones forma parte del uso cotidiano. A diferencia de los formatos publicitarios clásicos, estos contenidos se integran de manera orgánica en la experiencia digital, lo que explica sus mayores niveles de engagement y permanencia.
El consumidor chileno, además, se ha vuelto más informado y exigente. Antes de comprar, compara precios, revisa comentarios y busca validación externa. En este contexto, los influencers cumplen un rol clave como filtro de confianza, ayudando a reducir la incertidumbre en la decisión de compra.
“Hoy no basta con estar presente, hay que ser relevante. Las marcas que trabajan con creadores alineados a sus valores y audiencias logran no solo mejores resultados, sino relaciones más sólidas y sostenidas en el tiempo”, agrega Vidal.
Según datos del sector, las campañas basadas en contenido auténtico y segmentado no solo aumentan la interacción, sino que también mejoran indicadores de recordación de marca e intención de compra, desplazando progresivamente a la publicidad tradicional como principal motor de influencia.
En un escenario marcado por la saturación de mensajes y la pérdida de confianza en los formatos clásicos, los datos confirman que conectar marcas con personas reales ya no es una alternativa creativa, sino una decisión estratégica basada en resultados.
